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Arco y flecha de un artesano mapuche: patrimonio resguardado en la precordillera de Futrono

Por Mario Guarda / 25 de mayo de 2024 | 15:27
Marco Catrilef, artesano residente en Curriñe, comuna de Futrono. Créditos: Cedida.
En el mes de los patrimonios, el relato sobre la creación de un objeto cultural en manos de un artesano en madera.
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"Había mil historias que me hacían soñar, como el famoso Robin Hood y las guerras antiguas, donde el arco y la flecha siempre me llamaron mucho la atención”, dice Marco Catrilef, artesano de la zona cordillerana de Futrono, mientras rememora su niñez.

“Recuerdo que los fabricaba al igual que muchos... un palo y una cuerda y una varilla como flecha”, complementa. 

“A veces, según yo, era un guerrero y salía a recorrer mis montes donde vivía con mi arco y flechas. Y jugaba a que cazaba y luchaba con mis arcos”, agrega, graficando con esos recuerdos de infancia el origen de su interés por replicar arcos y flechas en la actualidad. 

Lo que comenzó hace muchos años como un juego de niño, evolucionó al trabajo de la madera para crear arcos y flechas artesanales, que Marco Catrilef hoy vende con éxito como producto artesanal. 

De un sueño de niño a una creación con historia 

El arco y la flecha han estado en la historia de la humanidad y han marcado el avance de diferentes culturas en la historia y en diversos lugares del mundo. 

Usada como arma o como valioso implemento para la cacería, el arco ha sido catalogado como uno de los más importantes inventos del ser humano. 

Consciente de su valor patrimonial como parte de la cultura antigua del pueblo mapuche, Catrilef sabe que su producto va más allá de una simple creación en madera. 

"Pasaron los años y me di cuenta de que mi sueño de niño en algunos lados si fabricaban arcos de forma profesional y me dije, en tiempos antiguos no tenían fibra de vidrio y esas cosas, no es posible que yo no sea capaz de fabricar uno y quede bien”, comenta. 

Con esa inquietud, el artesano residente en el sector de Curriñe, a unos 50 kilómetros del sector urbano de Futrono, comenzó a investigar cómo podía fabricar arcos, pero la información disponible era muy poca, por no decir que no existía. 

“En cuanto al arco mapuche, esa información era muy poca y vaga. Entonces, siempre en conversa con los viejitos, trataba de averiguar algo y la mayoría sabía muy poco o nada”, indica. 

Entonces dirigió sus averiguaciones hacia los arcos ingleses, encontrando algo más de información. Entendiendo que debería recurrir al ingenio para descubrir los secretos de la fabricación de arcos, el artesano se fijó en otros implementos propios de la cultura mapuche. 

"Me hice jugador de palín y, como soy preguntón, les preguntaba a los hermanos como hacían los wiños para que queden firmes y me hablaban de “rescoldearlos”, como le dicen ellos, en la ceniza y fue cuando empecé a armar en mi cabeza todo el recorrido y las experiencias fallidas”, revela. 

A modo de aclaración, los wiños son los maderos curvos que se usan para el juego de palín, que también se ha conocido como chueca, por tanto, deben ser tratados para endurecerlos y enfrentar el exigente trato en el juego. 

Ese tratamiento se hace sobre ceniza caliente, es decir, al rescoldo como se dice tradicionalmente. Siguiendo esa pista, Marco Catrilef ideó el proceso para la creación de sus arcos y su proyecto personal maduró. 

Antes de eso, pasaron años teniendo solo una idea e intentos fallidos: “Después de cada fracaso solían pasar años a veces y no podía avanzar en mi conocimiento, ya que nadie sabe, hasta que, al fin, hace unos diez años atrás, me empezaron a salir bien.... y fui eternamente feliz”, comparte. 

“Igual tanto buscar y practicar descubrí como tallar las puntas de flechas, las hago en vidrio, talla a percusión creo que se llama, es la técnica más antigua que existe de cómo fabricar armas y herramientas”, señala.   

“Empecé a escucharme a mí mismo” 

Luego de lograr construir un arco que lo convenció como producto, Marco Catrilef tímidamente comenzó a pensar en la posibilidad de un fin comercial. 

El artesano rememora que las personas veían sus arcos, los examinaban y se asombraban del resultado: “Y yo decía ¿por qué les llama tanto la atención?”. 

“Hasta que empecé a escucharme a mí mismo y ver que nadie más los hacía. Y fue cuando entendí que en mis manos estaba una magia que algunos de mis antepasados me dejó de regalo. Y quise compartirlo”, afirma. 

Así, hace unos seis años, comenzó a vender sus arcos, previa investigación de los precios que se manejaban en el mercado.  

"Me di cuenta de que los arcos son caros en las tiendas y le puse algunos precios a los míos, pero muy debajo de los otros precios, porque igual pensaba que hay mucha gente igual que yo soñando en tener uno para practicar y recrearse, pero no contaban con ese dinero”, comenta. 

Asimismo, el artesano de Futrono defiende el carácter seguro de este implemento, señalando que no se trata de un arma o que sirva para dañar, ya que está dirigido a adultos que quieran tener un arco como objeto cultural o decorativo.

Un oficio con sentido humano 

La creación de los arcos y flechas tiene también un sentido humano y de difusión cultural para Marco Catrilef, una parte de un antiguo patrimonio traído al presente. 

Así lo deja en claro al enfatizar el carácter respetuoso con la naturaleza al momento de recolectar la madera necesaria para sus creaciones, siempre en consonancia con la tradición mapuche. 

"La recolección la hago de forma educada con mi montaña. Solo saco una cuota al año y el día que voy pido permiso a los espíritus guardianes de la montaña que nos otorgan estos regalos y conocimiento, ya que a través de ellos llega el pan a mi mesa”, dice. 

Por otra parte, esta creación ha llevado al artesano a distintos lugares mostrando y difundiendo la importancia de este elemento cultural. 

"He recorrido algunas ciudades cercanas acá durante los veranos, en las ferias, enseñando a usar mis arcos y contando mi historia”, expresa. 

“Espero hacerlo siempre, porque me gusta mucho y cuando en algunos colegios me han pedido dar charlas a los alumnos sobre esto, les cuento las historias y les muestro algunas piezas”, agrega. 

“Me gustaría darlo a conocer en todo el mundo si fuese posible en algún momento”, afirma el artesano. 

Al menos en Chile ya los arcos y flechas han viajado desde Curriñe a distintos puntos del país. “En estos años he enviado a muchas ciudades del país. Quizás dónde andan volando mis flechas”, comenta divertido. 

Por último, Marco Catrilef destaca el valor simbólico y humano único de sus arcos y flechas. “Se llevan una pieza con cariño humano en su fabricación y no el de una máquina, el contacto real con algo orgánico, completamente funcional y de decoración en algunos casos”, afirma. 

“Si alguien quiere una pieza, que me hable”, invita Catrilef. Para ello existe una página de facebook denominada “Arco y flecha ancestral” o se puede llamar al fono-whatsapp +56 9 6298 1486. 

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